Mª JOSEFA RECIO, nació el día 19 de marzo de 1846 en Granada (España). Fue bautizada el 21 del mismo mes en la parroquia de los Santos Mártires Justo y Pastor. Huérfana de padre a los diez años, pronto aprendió el arte de coser con tal pericia que a los dieciséis años trabajaba ya por su propia cuenta y responsabilidad, siendo una buena ayuda en la economía domestica. De espíritu sencillo, abierto y noble, se granjeó la confianza de algunas familias granadinas, económicamente fuertes, llegando a ser su “limosnera” en favor de otras familias necesitadas.
El 3 de febrero de 1864 contrajo matrimonio con Antonio Fernández Amador, en la misma parroquia de los santos Justo y Pastor, con quien convivió por espacio de 15 años sin haber tenido descendencia. La condición de casada de Mª Josefa no fue obstáculo para entablar estrecha amistad, humana y espiritual, con Mª Angustias Giménez Vera, que sentía inquietudes vocacionales. Parecían dos “almas gemelas” compartiendo trabajo, oraciones, aspiraciones.
Ambas jóvenes granadinas sintieron la llamada de Dios a entregar su vida a la causa de los pobres y enfermos. Dios tenía sus planes sobre ellas. Antonio murió y Josefa quedo libre de todo compromiso humano, libre pare volar y poder abrazar la vida consagrada, en unión de su amiga y confidente. En el soñar y peregrinar ilusionado de estas dos “almas gemelas”, apareció Benito Menni, que había llegado de Italia a España a restaurar la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios. En Granada, después de diversas peripecias, le abrieron sus corazones, le expusieron sus anhelos de fundar una congregación, se pusieron bajo su guía espiritual y Dios hizo lo demás.
Desde Ciempozuelos el P. Menni les hizo la siguiente invitación: “podéis venir si queréis”. Y las dos fueron allá, tras una huída nocturna, el 21 de junio de 1880. El P. Menni las esperaba en la estación de Ciempozuelos (Madrid), donde ya les tenía preparada una casita, en la que podrían cultivar el “germen” vocacional-fundacional.
Más adelante, se instalaron en la “casa de las granadas”, la que será “casa madre” de la congregación, a la que fueron llegando hasta diez jóvenes dispuestas a «ROGAR, TRABAJAR, PADECER, SUFRIR, AMAR A DIOS Y CALLAR», (llamada 1ª Regla de la Congregación), a iniciar el Noviciado de la que será la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Esto acaeció el 31 de mayo de 1881. Como un granito de mostaza, la fundación estaba en marcha.
Las cualidades de Mª Josefa movieron a Benito Menni a designarla primera superiora de la Congregación. Alejada de cualquier protagonismo, la humildad y el amor a Dios y al prójimo - hecho servicio en el necesitado - llenaron su existencia. Siempre destacó por su bondad y acogida a las hermanas y enfermas.
Murió el 30 de octubre de 1883, en Ciempozuelos, a consecuencia de una peritonitis traumática desencadenada por los fuertes golpes ocasionados por una enferma mental en crisis. No dejó escritos propios, pero su legado espiritual quedó condensado en su Testamento Espiritual: “ Yo deseo y pido a Dios que en esta santa comunidad reine siempre la caridad. Querría que donde estuvieran reunidas dos o tres Hijas de Nuestra Señora que pareciese haber un coro de ángeles por lo mucho que se amasen entre sí. …Tened con las pobrecitas enfermas mucha caridad, sirviéndolas con amor y con las más repugnantes se esmeren más, considerando que representan a Nuestro Señor Jesucristo” (RMA , pág. 240), y en el ejemplo de su vida que permanece vivo en la Congregación. El 21 de junio de 1991 se inició el proceso de canonización. El día 8 de febrero de 2011, es reconocida, por una Comisión de Teólogos, en Roma, la heroicidad en la vivencia de las virtudes teologales. Su proceso de canonización sigue adelante... camino de la Santidad.
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