Nació en Benigánim (Valencia) 09 de febrero de 1625. La depresión económica que se vivía en la España del siglo XVII fue menor en Valencia por la riqueza de su huerta.
Josefa Teresa Albiñana –que éste era su nombre de bautismo– nació el 9 de febrero de 1625 en una familia de escasa labranza pero sobrada piedad. Quedó muy joven huérfana de padre. Superadas algunas dificultades de salud, ingresó como hermana de obediencia en el monasterio de agustinas descalzas de Benigánim, el 25 de octubre de 1643. Había fundado este convento san Juan de Ribera –arzobispo de Valencia también conocido como el Patriarca por tener el título de Patriarca de Antioquia–, y se regía por la Regla de san Agustín. San Juan de Ribera, fundador de las agustinas descalzas, quiso dar a esta Orden las Constituciones de santa Teresa y la Regla de san Agustín.
Josefa, dedicada preferentemente a labores materiales en la huerta y la cocina, fue un portento de la gracia y una gracia de portentos. Sencilla, humilde, entregada afanosamente a los trabajos y servicios de la comunidad, poseía un espíritu eminentemente contemplativo. Aunque de mermadas cualidades intelectuales, causaban admiración su don de consejo y sus conocimientos teológicos. Ante estos hechos, la promovieron a la categoría de hermana de coro el 18 de noviembre de 1663.
Murió el 21 de enero de 1696 a los 71 años, tras cincuenta y tres de vida religiosa. Josefa Teresa se llamó en la Orden, Josefa María de Santa Inés. Ordinariamente se la llamaba Madre Inés. Pronto se extendió su fama de poderosa intercesora ante Dios y el pueblo comenzó a pasar de boca en boca milagros y gracias obtenidas por su mediación. Uno de sus fervientes devotos fue el agustino recoleto san Ezequiel Moreno, que murió a comienzos del siglo veinte (1906). Al ser beatificada Josefa María en 1888, san Ezequiel la eligió como patrona de la restauración de la Provincia recoleta de Colombia que él había emprendido con particular dedicación.
Josefa María de Benigánim fue beatificada por León XIII, el 26 de febrero de 1888. Su memoria sigue viva entre los muchos devotos que celebran con especial relieve su fiesta.
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