El Beato Marcel Callo nació en Rennes, Francia, el 6 de Diciembre de 1921, es el segundo de nueve hijos, fue bautizado dos días después en la Iglesia de Nuestra Señora de la Buena Nueva.
Cuando tenía 12 años, se convirtió en aprendiz de imprenta y tomó el rol de hijo mayor cuando su hermano mayor entró al seminario.
Era miembro de la Cruzada Eucarística, que enseñaba a los jóvenes a vivir una oración ininterrumpida poniendo a la Eucaristía en el corazón de su vida. También era un Scouts.
Se convirtió en militante del movimiento Juventud de Obreros Católicos, ya que buscaba vivir su fe en el mundo secular del trabajo. Con la ocupación nazi de Francia, la vida cambió radicalmente para todos, especialmente para los católicos practicantes. Por ejemplo, se prohibieron oficialmente las actividades de las asociaciones cristianas, y las ramas del movimiento de Juventud de Obreros Católicos tuvo que pasar a la clandestinidad. La gente se refería a ellos como los Juventud de Obreros Católicos de las Catacumbas.
En 1943, una de las hermanas de Marcel murió durante el bombardeo. En ese momento, también se vio obligado a realizar servicios de trabajos forzados. Estaba comprometido para casarse en ese tiempo; sin embargo, aceptó realizar los trabajos forzados porque temía por lo que le podía pasar a su familia si se negaba. También veía el servicio de trabajo como una oportunidad para evangelizar.
En Zelha-Melhis, a donde lo enviaron a trabajar, experimentó períodos de angustia y desaliento. Sin embargo, encontró la fuerza para organizar de manera clandestina la vida cristiana de los trabajadores.
El 19 de abril de 1944 lo arrestaron por ser "demasiado católico". Primero, lo enviaron a la prisión en Gotha y luego a los campos de concentración en Flossenburg y Mauthausen.
Marcel y los otros detenidos sufrieron de manera terrible con el régimen de los nazis. Testigos supervivientes declararon, que aunque en el cautiverio, Callo siguió encabezando a los prisioneros en las oraciones y la instrucción religiosa. Igual que a los otros, lo obligaron a trabajar y a alimentarse con papas podridas y agua arenosa. Durante los seis meses últimos de su vida, se encontraba tan débil que lo dejaban en una cama, que compartía con varios cadáveres. Finalmente murió el 19 de marzo de 1945, después de fuertes dolores de estómago.
En su viaje de fe y en el camino a la santidad, no estaba solo. De hecho, la familia de Marcel, la Diócesis de Rennes, el movimiento de Juventud de Obreros Católicos todos tuvieron un rol en el camino a la santidad de este joven.
El 4 de octubre de 1987, el Papa Juan Pablo II beatificó a Marcel Callo.
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